Ordoñez, ¿pervivir en el odio?
Conocí a Gregorio Ordoñez en Donostia, era un tipo simpático, políticamente no congeniábamos nada, pero al igual que me ha pasado con muchas otras personas de distintas ideologías ya sea derecha española o izquierda abertzale, el político odioso, el adversario que nos saca de quicio, cuando se le conoce en el plano personal es una persona totalmente distinta y uno aprende a apreciar a la persona y dejar al margen al político.
Como no puede ser menos sentí su asesinato, era un hombre de una vitalidad arrolladora. Todo asesinato es un acto vil y cruel, pero cuando conocemos al asesinado lo sentimos desde una doble perspectiva.
Cuado oi las palabras de su viuda el otro día durante el acto de descubrimiento en el parlamento de una merecida placa en su homenaje, no pude evitar sentir un terrible dolor y enfado, aquellas palabras contra el Lehendakari eran injustas, insultantes, gratuitas, aunque inmediatamente hice una reflexión, a veces el dolor y la tragedia sacan los mejor de nosotros mismos, pero otras veces sacan precisamente lo peor, todos tenemos nuestras miserias y nuestras grandezas, ese día las miserias de la viuda de Ordoñez pudieron con sus grandezas que de seguro las tendrá. Se sea o no creyente, no hay forma mas bella de pervivir que en el amor de nuestros seres queridos, a todos nos tocará algún dia, ojalá a nadie le quepa la desdicha de pervivir en el odio de sus cercanos.
Y mas allá de la anécdota de la viuda de Ordoñez, denuncio la miseria moral de quienes han instrumentalizado a las victimas y han arengado y alimentado su capacidad de odio, lo triste de esa situación es que quienes se han puesto en cabeza de esa táctica malévola se dicen a su vez defensores del mensaje evangélico, ¡que alejados están del mismo!.
Como no puede ser menos sentí su asesinato, era un hombre de una vitalidad arrolladora. Todo asesinato es un acto vil y cruel, pero cuando conocemos al asesinado lo sentimos desde una doble perspectiva.
Cuado oi las palabras de su viuda el otro día durante el acto de descubrimiento en el parlamento de una merecida placa en su homenaje, no pude evitar sentir un terrible dolor y enfado, aquellas palabras contra el Lehendakari eran injustas, insultantes, gratuitas, aunque inmediatamente hice una reflexión, a veces el dolor y la tragedia sacan los mejor de nosotros mismos, pero otras veces sacan precisamente lo peor, todos tenemos nuestras miserias y nuestras grandezas, ese día las miserias de la viuda de Ordoñez pudieron con sus grandezas que de seguro las tendrá. Se sea o no creyente, no hay forma mas bella de pervivir que en el amor de nuestros seres queridos, a todos nos tocará algún dia, ojalá a nadie le quepa la desdicha de pervivir en el odio de sus cercanos.
Y mas allá de la anécdota de la viuda de Ordoñez, denuncio la miseria moral de quienes han instrumentalizado a las victimas y han arengado y alimentado su capacidad de odio, lo triste de esa situación es que quienes se han puesto en cabeza de esa táctica malévola se dicen a su vez defensores del mensaje evangélico, ¡que alejados están del mismo!.
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